Mal de ausencias


foto cooperativa subcoop / texto colectivo devenir

Mientras la amenaza de cierre de los neuropsiquiátricos Borda, Moyano y Tobar García se cocina al calor de un gran negocio inmobiliario, una visita a esos centros donde la sociedad arroja a quienes deshecha, revela la inquietud de internos y asistentes por la progresiva ausencia de pacientes.

Si bien el cierre del hospital Borda por ahora sigue siendo parte de un plan de salud mental que el gobierno porteño todavía no puso en marcha y que esconde un gigante negocio inmobiliario, lo concreto es que ya hay internos que no aparecen por el lugar.
Algunos sostienen que existe una especie de vaciamiento, otros prefieren hablar de una reducción de la población en el hospital y algunos aluden a una derivación de los internos a diferentes clínicas privadas y geriátricos de Capital Federal.
Hace unos dos años Mauricio Macri proyectó cerrar los neuropsiquiátricos Borda, Moyano e Infanto Juvenil Tobar García para, en su lugar, reemplazarlos por una decena de instituciones, algo así como micromanicomios de 50 camas cada uno (un total que representaría apenas a la mitad de las camas que ofrece el Borda).
Esta política de salud mental impulsada por el jefe de gobierno porteño estaría directamente vinculada a su intención de reutilizar los valiosos terrenos ubicados en el barrio de Barracas, donde actualmente están emplazados estos centros asistenciales.
Aunque por el momento el proyecto pensado con el fin de construir allí una suerte de prolongación de Puerto Madero, todavía está en veremos, la realidad pone en la mesa ciertos indicios que no pueden ocultarse.
Entre las imágenes que pueden percibirse en el caso particular del Borda, se aprecia una gran cantidad de internos que fueron dados de alta y otros a los que se trasladó o que por diferentes motivos ya no están ahí. Estos flamantes ausentes son los que llevaban más años en el hospital, los que no tienen una familia a la que acudir, aquellos para quienes el Borda es su casa.
“Yo necesito encontrar a mi amigo Josecito, yo sé que está vivo”, aboga Julio, un externado que integra la radio La Colifata que, dirigida desde hace 18 años por Alfredo Olivera, funciona todos los sábados a la tarde en los jardines del hospital.
“Hay gente a la que le dan de alta y que todavía no está recuperada, hay muchos que están en la calle, los encontrás por Parque Patricios durmiendo debajo del puente, el problema real y concreto es que están desapareciendo”, insiste Julio.
Según el mismo Julio, La Colifata está trabajando junto a Cooperanza y el Frente de Artistas del Borda (FAB) –otras dos asociaciones sin fines de lucro que funcionan desde hace muchos años en el seno de la institución-, “para luchar contra este monstruo que tiene un poder tremendo”.
Alexis Germán o “Carrington” –su apodo- , un interno de 35 años que en el marco de la radio conduce su programa “De cartas y carteros”, resume la situación en muy pocas palabras: “No se puede cerrar un lugar y cerrar una patología. La locura no es una enfermedad mortal pero hay que tratarla de por vida”.
El Borda recibe 200.000 consultas anuales y tiene más de un millar de personas internadas y, al igual que el Moyano, es un hospital de puertas abiertas donde el resto de la comunidad puede tener acceso. Esa modalidad es algo que no ocurre en las clínicas inspiradas en los psiquiátricos privados, con lógicas de encierro y de mayor control, cuyo modelo refuerza la idea de que el enfermo mental es peligroso y por eso hay que mantenerlo aislado.
“Nos están subestimando, nos están tratando como si fuéramos inválidos y no lo somos, somos locos", sostiene Carrington. "Estamos lo suficientemente locos como para unirnos y eso ya le genera un peligro al sistema. Desde siempre somos un diagnóstico tirado en una carpeta y hoy somos los mismos, solo que tratados igual o peor que antes”.
“Lo digo desde el lado del loco”, se ataja el joven antes de indicar que son los más débiles los que más sufren esta situación.
“Ellos, los que están más indefensos, los que tienen problemas de locomoción, problemas para hablar, esos que andan en silla de ruedas con tubos y bolsas, son lo que están concientes de que van a perder el Borda”, relata.
“Hay personas que han sido verdaderos reyes afuera y a los que acá se trata como a crápulas. Son personas que tienen básicamente nada porque ya lo han perdido todo y ahora van por más. Entramos en una debacle por la que el que esté vivo queda en condiciones de tocar un fondo más abajo”, profundiza este interno que vive en el Borda.
Aunque Carrington condena el funcionamiento interno del hospital, remarca que “trasladar la patología o la enfermedad a otro lugar lo único que hace es alejarla para que el despojo sea más despojo y que mucha gente sienta otro trauma: perder lo poquito que tiene que es el Borda”.
Alberto Sava, fundador y director del Frente de Artistas del Borda (FAB), un espacio integrado a un proyecto desmanicomialización que brinda talleres orientados a una búsqueda ligada a la creación al interior del hospital, sostiene que si bien está a favor del cierre de los manicomios, se opone rotundamente al cierre del edificio del hospital público.
“Lo que Macri pretende hacer es un ‘aggiornamiento’ del manicomio, él usa la consigna de algo ‘transformador’ a su favor y aprovecha el consenso colectivo que ya existe contra los grandes manicomios. Nosotros abogamos por un proyecto de desmanicomialización consensuado con los trabajadores de los hospitales”, especifica Sava.
“A los pacientes con muchos años de internación hay que recuperarlos progresivamente, con salidas sociales, desde el arte, recuperando su capacidad laboral, de estudio -continúa-. A nivel mundial se lleva entre siete y diez años hasta que se cierre un manicomio”.
En relación a las desapariciones de internos, Sava afirma que algunos pacientes de edad fueron derivados a clínicas y geriátricos del pami, pero no siente que exista en general una actitud de expulsión.
Desde otra mirada, Leonardo Paniagua, miembro de Cooperanza -una intervención alternativa del modelo manicomial-, dice percibir “algún tipo de vaciamiento, ya que cada vez vemos que hay menos pacientes, hay muchas camas vacías, pero eso tenemos que corroborarlo de manera oficial”.
Y se refiere específicamente a la que define como "población crónica" del hospital: “Son los internos que están más institucionalizados, los que no les llegan las pensiones, los que llevan 20 años de encierro, los que están en peor estado, que en definitiva son con quienes trabajamos en Cooperanza”.
En cuanto a las versiones del aniquilamiento del centro asistencial, Paniagua expresa que dentro del hospital dejó de circular desde hace un tiempo el tema, pero recalca que después del anuncio del proyecto el Borda está cada vez en peores condiciones.
Por su parte, Sava sostiene que el proyecto del cierre de los neuropsiquiátricos está suspendido desde hace aproximadamente un año, cuando “el gobierno porteño firmó un acuerdo por dos años con los sindicados vinculados con el área de salud”.
“Hubo una reacción muy fuerte en contra de esta medida –continúa Sava-. Los sindicatos presionaron fuerte para que no se cerraran los manicomios de un día para otro, y lograron un acta por dos años hasta que el gobierno propusiera un nuevo proyecto de salud mental”.
El coordinador del FAB (que brinda once talleres dirigidos por artistas y psicólogos, desde donde milita a favor de la desmanicomialización desde 1984), considera a los manicomios “lugares indignos" donde se violentan los derechos humanos, "porque hay maltrato físico y psíquico, falta de libertad y castigos”.
Sin embargo, esto no significa que avale el plan de Macri sino todo lo contrario: “lo que puede pasar si se cierran estos centros, es que los internos no tengan donde vivir”, agrega el médico, quien insiste en que "cualquier política de salud mental que proponga alternativas a la institución manicomial debe actuar sobre el aparato del estado".
“Acá no hay un proyecto de externación que debería incluir un tratamiento ambulatorio e internaciones muy cortas según el caso, además de la garantía de un dinero volcado en proyectos de vivienda o educación”, se explaya.
En ese sentido, Sava apunta que “la salud mental requiere una mirada social y comunitaria, antes que médica”. Así se planteó en exitosos intentos realizados en Río Negro y San Luis, o el programa del Hospital Estévez de Lomas de Zamora, donde los usuarios del sistema residen en casas de convivencia, tienen trabajo y, si es necesario, cuentan con internaciones cortas en hospitales generales”.
Frente al proyecto macabro, y según coinciden los internos, la actitud de los médicos que diariamente los atienden, es básicamente la de cuidar sus puestos de trabajo.
“Los médicos no se interiorizan por la persona”, acota Cristian Javier Ruggeri, quien reclama que “la salud mental es lo primero que tenemos que tener en una sociedad”.
Una idea a la que Carrington se suma enseguida: “Te sacan de la sociedad porque estás loco, pero no te quieren reinsertar, el punto no es hacer caridad, tiene que haber una educación para el loco y arreglar la patología lo que más se pueda”.
Y lo dice al tiempo que admite que no existe un grupo terapéutico que pueda desarmar la locura, ésa que él mismo define como “sentimientos que estallan en la cabeza y generan pérdida de sintaxis en las personas hasta hacer brotar en las incoherencias”.

EL ARTE DE LA RESISTENCIA
Fundado en 1984 por el artista y psicólogo social Alberto Sava, el Frente de Artistas del Borda (FAB) propone al arte como motor de la transformación individual y social, y como un particular modo de resistencia.
En este espacio de creación, pacientes internados y externados, expresan su universo más íntimo a través del trabajo que realizan en distintos talleres artísticos (de poesía, actuación y música, entre otros), pensados como una eventual salida laboral.
Desde sus inicios, esta práctica colectiva apunta a revertir los efectos de deshumanización que generan tanto la institución manicomial como la sociedad, y propone a los protagonistas de esta experiencia "recuperar las características propias de ser personas".
La labor cotidiana que realiza el FAB fue plasmada desde una mirada sensible en el documental "La asamblea" (2008), opera prima de Galel Maidana.

LA RADIO QUE CURA
La Colifata, creada el 3 de agosto de 1991 por Alfredo Olivera, es una invaluable experiencia terapéutica y social que ofrece a los internos y ex internos del Borda, un espacio para recuperar su lazo con el otro y establecer un vínculo social.
La radio emite directamente al aire desde el hospital los sábados por la tarde. Muchos prefieren escucharla en vivo y esa conexión –posible y deseable- se concreta visitando el neuropsiquiátrico ubicado en Ramón Castillo 375.
Con los años, La Colifata se ha erigido en una especie de ritual que comienza cerca de las tres de la tarde y se extiende hasta apenas comenzada la noche.
Pero además, y de la mano de su impacto, colabora anualmente en la externación del 35 por ciento de los pacientes a los que asiste.
La fuerza de transformación que esa radio tiene aquí repercutió en el mundo e hizo que países como España, Francia e Italia siguieran su ejemplo.
La programación está hecha por los internos y tiene momentos poéticos, debates políticos, musicales, programas deportivos, reflexiones y contestaciones a los mensajes enviados a su página web www.radiolacolifata.com.ar y a la dirección de correo colifata@elsitio.net.

TALLAR VINCULOS
Fundado hace 22 años, Cooperanza es un colectivo social que se sustenta de manera autogestiva. Integrada por un grupo de coordinadores y abierta a todos aquellos que quieran participar, tiene como objetivo principal la reparación de los vínculos con la sociedad y la humanidad, de los que son despojados todos aquellos que ingresan al manicomio.
Se trata de una asociación civil sin fines de lucro que funciona todos los sábados del año, ininterrumpidamente, en uno de los patios internos del hospital José T. Borda, donde de 14 a 17 se ofrecen talleres vinculados a la creatividad y a la libre expresión.
A partir de las 17 se realiza la asamblea (un espacio en permanente producción) en la que se exponen los trabajos realizados en los diversos talleres donde toman parte unos 100 internos. Luego se comparte una merienda y se desarrolla la jornada hasta su cierre.

TE DOY UNA CANCION
"Lastima" *
Supiste oír las voces
que salen de otros
pudiste ser
ese que escapa
a sus miedos
Y ahora tu mirada lastima
Y ahora tu boca dice lo que se calla
Detrás vendrán los que esperan
en este amanecer
hay otros que te ayudarán
volviendo a tu querer
Y ahora tu mirada lastima
Y ahora tu boca dice lo que se calla
Una lágrima seca
se lleva el dolor
una áspera mueca
supura traición.
* canción de Romina Grosso inspirada en sus visitas al Borda y a La Colifata