La TV acata

LA TV ACATA

(por devenir colectivo de papel / ilustraciones verónica tello)

La televisión preside la mayoría de los hogares argentinos, se asume como electrodoméstico de carácter indispensable y hoy más que nunca al hablar constantemente de sí misma multiplica el discurso de quienes la manejan.
La pantalla impera, dispara imágenes y consignas a partir de un menú donde cabe el concurso, el deporte, la ficción y un particular recorte de la actualidad que, en su conjunto, busca entretener. Un término aceptado y ponderado alrededor de la TV pero que en una de sus acepciones de la Real Academia Española implica “distraer a alguien impidiéndole hacer algo”.
El aparato encendido es un arma que inmoviliza, que invita a estarse quieto, a aceptar una traducción pasiva de lo que ocurre porque, básicamente, está en manos de quienes quieren que los ciudadanos seamos clientes, consumidores, espectadores de una realidad que siempre pasa del otro lado del vidrio multicolor, que se resuelve lejos y que quizá pueda revelarse después del corte….
En su impactante texto “El imperio del consumo”, el escritor uruguayo Eduardo Galeano escribe y describe: “Las masas consumidoras reciben órdenes en un idioma universal: la publicidad ha logrado lo que el esperanto quiso y no pudo. Cualquiera entiende, en cualquier lugar, los mensajes que el televisor transmite. En el último cuarto de siglo, los gastos de publicidad se han duplicado en el mundo. Gracias a ellos, los niños pobres toman cada vez más Coca-Cola y cada vez menos leche, y el tiempo de ocio se va haciendo tiempo de consumo obligatorio. Tiempo libre, tiempo prisionero: las casas muy pobres no tienen cama, pero tienen televisor, y el televisor tiene la palabra. Comprado a plazos, ese animalito prueba la vocación democrática del progreso: a nadie escucha, pero habla para todos. Pobres y ricos conocen, así, las virtudes de los automóviles último modelo, y pobres y ricos se enteran de las ventajosas tasas de interés que tal o cual banco ofrece”.
Esa mirada de trazo mágico y lectura devastadora adquiere dimensiones palpables en la Argentina actual donde estudios recientes detallan que el consumo televisivo promedio diario por cada habitante es de tres horas y media. Esa cifra significa que a lo largo de un año cada uno de nosotros está dos meses seguidos mirando la pantalla chica.
“Lo primero que hay que marcar es que estamos en un sistema capitalista, lo que implica que uno se sienta a mirar televisión después de haber trabajado ocho, nueve o diez horas y de haber tenido otras tres horas de viaje. Del tiempo de ocio que queda casi el 70% se pasa frente a una pantalla y es muy difícil pensar que pueda haber un sujeto que se desaliena justo en el momento de ver televisión para tener una mirada diferente y crítica de lo que le ofrecen cuando durante todo el día estuvo siendo alienado por el lugar que ocupa en la estructura social y porque está en relación de dependencia y de sobreexplotación. Por eso, lo ideológico de la TV ya no está en los contenidos sino en el hecho de que muchos se queden frente a la pantalla durante tres horas y media por día y lo que la TV hace con eso en términos generales es reduplicar esas relaciones de dominación”, desmenuza el profesor Leonardo Varela.
A partir de saberes académicos que comparte en la Universidad de Buenos Aires dictando Semiología en el CBC y Comunicación 1, cita a Umberto Eco para indicar que “difícilmente la TV pueda no ser oficialista porque estructural y legalmente depende del estado y por otro lado porque ella trabaja y refuerza el sentido común que es el propuesto por la clase dominante que quiere que sus representaciones del mundo sean universalizadas y naturalizada por sectores subalternos que acepten como propio lo que ésta construye”.

EL PROGRAMA DEL PODER
Sectores que simpatizan con el oficialismo impulsan una nueva ley de Radiodifusión que reemplace al decreto ley 22.285 impuesto por la última dictadura militar y modifique desde una decisión del estado las condiciones en que se desarrolla un negocio fabuloso que, además, opera como eficaz controlador social.
Estas lecturas optimistas quizá pasan por alto que el mismo gobierno presidido por Néstor Kirchner fue el que en mayo de 2005 prorrogó por diez años todas las licencias de TV abierta, de radio y TV por cable y suspendió los plazos en curso por ese lapso. Vale decir que a los 15 años concedidos por ley, más la prórroga automática de diez más, agregó otro plazo igual.
"Queremos los medios en manos de empresarios nacionales como ocurre en los países más serios del mundo", anunció el mandatario al firmar el decreto y su jefe de Gabinete, Alberto Fernández, dijo a los empresarios prebendados que "la visión del negocio es diferente a la de antes. Les estamos permitiendo planificar a diez años más para que pongan en orden sus finanzas. Queremos también comprometerlos con los valores culturales de una Argentina que va a cumplir dos siglos y les pediremos que dediquen parte de su programación a proyectos culturales y educativos".
Después del regalo gubernamental, los grupos Clarín y Telefónica fueron habilitados a quedarse respectivamente con el 13 y con Telefé hasta el 2025, a José Luis Manzano, Alfredo y Daniel Vila y Carlos Avila se les permitió manejar América hasta el 2022 y Hadad, de no haber vendido el 80% de Canal 9 a un conglomerado estadounidense liderado por el empresario mexicano González, podría haber mantenido el Canal 9 en sus manos hasta el 2019.
Varela detalla que los dueños de la televisión en el país “como favorecedores de un sistema que garantiza y fortalece la concentración monopólica abren muy pocas bocas de expendio en cuanto a discursos y contenidos. Estos monopolios informativos y cognitivos nos hablan siempre del delito del perejil, del delito cotidiano que comete el pibe morochito de Moreno, pero ejercen la idea de poder económico-poder simbólico y hacen un culto de lo que sería el castigo al presunto delincuente cuando está emparentado con una clase social específica porque ellos están todos implicados en situaciones más que conflictivas pero cuentan con dinero como para salir de ellas. Ernestina Herrera de Noble, de Clarín, enfrenta un juicio porque tiene dos hijos que se supone pueden ser hijos de desaparecidos; Raúl Moneta tuvo que alejarse del 9 porque no pudo justificar de dónde había sacado el dinero para comprarlo; en Telefé estuvieron Avelino Porto, dueño de la Universidad de Belgrano y, paradójicamente, ministro de Educación de Carlos Menem y el grupo La Nueva Provincia que fue sostenedor de la dictadura; Héctor Ricardo García, de Crónica, estuvo preso siete meses por evasión fiscal; y en América conviven, entre otros, José Luis Manzano, famoso por haber sido el autor de la frase 'robo para la corona', Eduardo Eurnekián que pagó 14 millones de pesos de fianza para no quedar preso por evasión fiscal y Francisco de Narváez que se hizo multimillonario con un supermercado durante el menemismo”.
AQUI Y AHORA
En tanto se entienda a la televisión como parte de un engranaje mucho más vasto en que entran en juego factores sociales y políticos, Varela advierte que en la Argentina de hoy “estamos frente a un grado de educación muy bajo en que sólo el 3% de la población tiene educación universitaria y el 6% entre universitaria y terciaria, lo que quiere decir que el 94% de la población, en el mejor de los casos terminó la secundaria pero la mayor parte no lo hizo. Esto quiere decir que hay un proceso darwinista que acompaña a la construcción del televidente que no tiene elementos para mirar críticamente a Tinelli o a 'Gran Hermano' y entonces los mira desde los parámetros que ellos imponen”.
Capaz de avistar la grilla que se ofrece a través de las pantallas, relata que “ahora los programas se construyen pensando en la unidad de atención del televidente y se hace en relación al bloque anterior a la tanda, son mini unidades temáticas que no tienen que ver con el concepto general. Ahora lo que se ve es publicidad con un poco de programa”.
Desde el soporte teórico que maneja, el también docente en Comunicación Social y Medios en Trabajo Social y Teorías de la Información en Información Ambiental, ambos en Luján, apunta que “hay un problema muy serio respecto a lo que es la TV como lenguaje, como dispositivo y con la coexistencia del signo televisivo con la realidad como si no hubiera signo cuando lo hay. Para el promedio de televidente no capacitado, lo que ve es la realidad, como si la televisión fuera un telescopio gigante donde no hay construcción discursiva. Nadie dudaría que si digo la palabra perro, la palabra perro no se parece en nada al objeto de la realidad perro, pero si en la televisión aparece Kirchner, yo no digo ese es el signo de Kirchner sino ese es Kirchner. Entonces la TV tiene una capacidad persuasiva muy grande que se agiganta si a eso se le suma las condiciones de alineación en que se la consume”.
Frente a este panorama, Leonardo consigna que “como no estamos en condiciones de generar otras cosas, si hay algo que se puede hacer es mirar lo que nos ofrecen desde una lectura diferenciada de lo que se nos está proponiendo, crear una especie de guerrilla semiológica, para así apuntar a la formación de cuadros y generar un clima social distinto porque eso en algún momento estalla como en 2001 cuando el rol de los medios entró en tela de juicio y hubo movilizaciones de 7 mil personas frente a Canal 13”.
En paralelo con esa práctica analítica, también propone “la posibilidad de construir comunicación alternativa a través de organizaciones sociales que sean el sustrato en que se asiente cualquier tipo de práctica y ahí va a haber una necesidad de construir otros tipos de medios que sirvan para otras cosas”.
LA TELEVISIÓN ESTA EN EL PEOR MOMENTO DE SU HISTORIA
por Carlos Mangone
Hoy la televisión argentina está en el peor momento de su historia por la tendencia a la máxima rentabilidad que la lleva a ensayar poco, a innovar poco y a experimentar aún menos y eso sucede cuando estamos en condiciones de tener muchos más medios, más pluralidad, más pluralismo y mayor creatividad porque hay recursos humanos y facilidades tecnológicas, lo que significa que como están dadas las condiciones para ser mucho mejores y estamos bastante mal, estamos doblemente mal.
En el país hay 50 mil estudiantes de periodismo y diseñadores, de artes audiovisuales, teatristas y 10 mil estudiantes de cine pero no hay política federal de comunicación, no hay diversidad genérica, diversidad estética, ni pluralismo ideológico.
Esto pasa por la concentración empresarial de los multimedia que genera una oferta mucho más limitada que hace 20 años y de baja calidad porque es autoreferencial, monotemática y está concentrada y a partir de ese lugar no se puede construir un gusto estético o juicio crítico porque si se consume o se hace siempre lo mismo, allí está una de las definiciones de la alienación. Desde el punto de vista de la construcción del gusto y del desarrollo es apabullante porque de 19 a 23 en los cinco canales hay casi la misma programación todos los días y eso es como si comieras todos los días la misma comida.
La TV instala la idea de moderación, de familia, de pacto social, de armonía de clases, pero también el estereotipo, la discriminación, el machismo, la homofobia.
Todo eso que en los 70 se denunciaba porque era como una suerte de práctica del intelectual para ver cómo se tergiversaba o editaba la realidad, hoy ocurre mucho más y se lo menciona mucho menos porque vivimos en una etapa en donde es difícil construir un discurso alternativo al dominante y porque hay una mayor influencia del sistema de medios sobre la actividad académica y el académico o se transforma en un francotirador de poco desarrollo en los medios o en un “todólogo” que los medios convocan y que para ser invitado reiteradamente va a tener que ser complaciente.
Para enfrentar esta situación se hacen cosas, hay grupos alternativos y televisoras comunitarias, pero así como pasa con la escuela, la familia y el trabajo, los medios tampoco pueden construir su propia superación autocrítica, porque ninguno de estos grupos puede generar una visión estratégica y total si no se inscriben en un contexto político o político-cultural.
Hoy hay demasiada tendencia autonomista por la crisis de la vanguardia política y porque hay una ilusión de autonomía debido a que el espacio profesional es más masivo, pero eso termina siendo una especie de experimentación, algo lúdico o una profesionalización como cualquier otra que acaba por ir a buscar el subsidio al municipio o a la iglesia.
Una de las definiciones de lo alternativo, que siempre va cambiando, es que cuando se ejerce una práctica alternativa no es sólo eso y en ese sentido puede haber un paso intermedio con el desarrollo de algunos medios secundariamente antagónicos con lo oficial que surjan en las cooperativas, las universidades, los gremios, porque aunque sus conducciones sean en su mayoría burocráticas, allí aparecerían otras voces y otras contradicciones que disputarían el espacio y llevarían a elevar el nivel y, por eso, es que el estado no abre otros canales.
En ese sentido es emblemática la situación de Encuentro que aspira a ser un canal abierto pero que no tiene un vínculo televisivo con el espectador, no tiene noticiero ni programas en vivo para no discutir una política televisiva porque sabe que si abre el juego generará una discusión pero ¿acaso el gobierno va a discutir la política comunicacional con las organizaciones sociales?
Toda esta situación se da en un momento del país en que el doble discurso está más fuerte que nunca y eso se nota en hechos como que la Argentina es el único país del mundo donde un oligopolio como Clarín habla de mercado abierto y un diario habla de los derechos sindicales pero no permite una comisión interna en su seno.
FILMUS Y EL 13 QUIEREN LIMPIAR LA IMAGEN DE LA BONAERENSE
por L. Varela
“Policías en acción” es abiertamente un acuerdo entre el ministerio de educación de Daniel Filmus, la Bonaerense y Canal 13 para limpiar la imagen policial en momentos en que estaba peor vista que nunca y con policías probadamente implicados en casos muy sonados como, entre otros, los de Cabezas, Bordón, Demonti, los secuestros del hermano de Riquelme, los padres de Astrada y Echarri, Kosteki y Santillán, los chicos asesinados en Floresta, y los parapoliciales de San Isidro. Lo que entonces nos dicen desde la televisión es que el delito que nosotros tenemos que rechazar es el delito menor y para eso hace falta más policía, más seguridad.
SUSANA GIMENEZ , LA EXPRESION MAS ACABADADEL CAPITALISMO
por L. Varela
Susana Giménez es la expresión más acabada del capitalismo porque hasta que inventó las perlitas, cuando un conductor se equivocaba ese material no salía al aire por una cuestión de decoro. El invitado dice “encontramos dinosaurios en el sur” y ella pregunta “¿vivos?” y eso no aparecía porque era una vergüenza para el que preguntaba y entonces eso era desperdicio y gasto. Ella logra que ese salvajismo se convierta en algo rentable porque lo transforma en las perlitas y el televidente ya construido está esperando eso, lo que marca que se equivoca, que no sabe, que “es como nosotros”, aunque después viva en Miami y sea millonaria.
NADA DE NADA
por L. Varela
“Gran Hermano” me apasiona como metáfora de la realidad y por el llamativo uso del lenguaje que permite apreciar su degradación, su uso absolutamente rudimentario a partir de un vocabulario escaso y una sintaxis pobre. Expresarse de ese modo supone una dificultad enorme para representarse el mundo y hasta para imaginarlo. En “Gran Hermano” el lenguaje es una especie de mercancía que se usa para hacerle creer al otro algo que a mí me conviene y no tiene casi correspondencia con lo que sería la representación o el reflejo de algún tipo de realidad. Uno le cuenta al otro que de chico fue violado y termina diciendo “y nada” y no hay correspondencia entre lo que se dice y el modo en que se lo dice. Esto finalmente lleva a un deterioro en el modo de pensar y eso no está sólo ligado con una práctica lingüística porque como el lenguaje es lo que nos permite representarnos el futuro, si uno tiene bastos sectores sociales que están excluidos y otros que están excluidos de proyectos colectivos, el lenguaje lo refleja y, en ese sentido el lenguaje de la TV es modelo de que el deterioro del lenguaje es deterioro de la representación y deterioro del pensamiento.

CON TINELLI GANA EL PEOR
por L.Varela
Los concursos de Marcelo Tinelli suponen la apelación a una cierta habilidad pero en “Cantando por un sueño” ganó Iliana Calabró que es la que peor lo hacía y si bien construyó un personaje, lo hizo después del bochorno de la primera vez y de que lo capitalizó en términos del espectáculo. Esa práctica tiene relación con el propio Tinelli que se construyó a partir de un programa de deportes que iba a las 12 de la noche pero que lo hacía tan mal que empieza a causar gracia y él lo transforma en un espacio de humor.
TELEVISIÓN COMUNITARIA
por Néstor de CANAL 4 DARIO Y MAXI
Surgimos de la unión de distintas experiencias como por ejemplo la TV piquetera, la televisión de Lugano, la galponera televisión de Claypole y gente de la Escuela de Avellaneda que confluimos con el Colectivo de Cultura y Comunicación Libres del Sur, pero fundamentalmente estos grupos venimos realizando desde hace unos años cualquier cantidad de misiones televisivas, por ejemplo en cada aniversario de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki.
Estas experiencias significan pruebas hasta poder montar un canal, aunque hoy en día seguimos fogoneando ese tipo de transmisiones para desmitificar un poco la idea que hacer TV es un imposible y resulta que es un medio que también está en nuestras manos y se puede utilizar y que no es tan difícil como por ahí se observa desde afuera.
Hace dos meses que estamos en el aire y venimos sosteniendo todos los sábados de 16 a 01 con la intención de ir ampliando la programación. Tenemos una programación propia que se basa en cuatro programas que venimos transitando de los más culturales a los más político e informativos y otro con historias de vida de compañeros, de gente del barrio.
Estamos brindando talleres abiertos de televisión (montaje, edición, documental, ficción) para hacer un medio que pertenezca a la gente a partir de la idea que el aire es libre y no lo vamos a comercializar y que el modo de mantener el canal más genuinamente es haciendo una tarea de asociación con los vecinos/televidentes para que ellos se beneficien con sus actividades y puedan ayudar a su sustento.
La televisión comercial es la que ubica a la pobreza como sinónimo de criminalidad y los movimientos sociales tenemos que tener medios propios para hacernos escuchar, para combatirlos, para decir que buscamos que se termine con esa falsa verdad construida por el bloque de poder.
CONSTRUIR NUEVOS IMAGINARIOSDE RESISTENCIA Y LIBERTAD
por Grupo Alavio (www.agoratv.org)
En la actualidad los grupos Clarín y Telefónica controlan prácticamente la totalidad de los medios de comunicación: televisión, radio, telefonía fija y celular, internet, periódicos y revistas. Esta situación tiene clara relación con la uniformidad del discurso político que plantean los medios de comunicación de los patrones y con su capacidad de instalar agendas ante la opinión publica.
Como contrapartida han surgido gran número de experiencias de contrainformación que abarcan prácticamente todos los soportes posibles para dar difusión y tratamiento a los grupos de resistencia y de organización de poder popular. El medio donde se hizo mucha experiencia, pero que por otro lado más cuesta sostener con continuidad desde el campo popular, es el de la televisión.
Los intentos por conformar canales de TV comunitarios chocaron con la dificultad de los movimientos sociales de no tomar como propio este medio y la idea de montar canales de televisión no está en las prioridades de las organizaciones.
El otro cuello de botella es el de la producción de contenidos. A pesar que hay acceso a tecnologías digitales que superan en mucho la calidad de los equipos de registro analógicos, todavía queda pendiente la transferencia de técnicas para que los militantes de organizaciones populares puedan ser sus propios productores audiovisuales, ya que un canal de televisión comunitario no puede sobrevivir sin una práctica militante activa para sostener la experiencia como para el registro y producción documental que llene de contenido las trasmisiones.
A fines de los 80 se hicieron las primeras transmisiones de televisión con equipos de baja potencia aprovechando la ausencia de señales en las frecuencias intermedias de los canales comerciales (por ejemplo entre el dos y el siete en Buenos Aires) y por el hecho de encontrar y experimentar con la tecnología para fabricar los transmisores, moduladores y antenas.
Pero muy pronto se encontraron obstáculos difíciles de superar. El más complejo fue la ilegalidad de estas transmisiones según la ley 22.285 de radiodifusión vigente al día de hoy y firmada por Videla y Martínez de Hoz, que generó persecuciones, decomisos de equipos e incluso detenciones y causas judiciales.
Con todo, un ejemplo paradigmático fue Canal 4 Utopía que transmitía las 24 horas intentando producir programas con la mayor coherencia posible de discurso y aunque la experiencia se agotó, fue un baluarte en términos de resistencia contra los avances patronales del menemismo.
Hoy existen intentos de transmisión de televisión por aire con un carácter comunitario y militante. Las transmisiones de Televisión Piquetera tuvieron el objetivo de demostrar la posibilidad práctica de las transmisiones de TV a las organizaciones sociales para comenzar a debatir la necesidad de televisoras populares. La Comunitaria TV de Claypole y TV Barracas luego de hacer varias transmisiones se vieron en la necesidad de replegarse a procesos de formación de equipos de producción.
TV Darío y Maxi tiene continuidad desde junio de este año con transmisiones de un día por semana y Agora TV, si bien nace como proyecto de TV por aire, tomó rumbo propio en transmisiones por Internet donde se está haciendo un camino propio diferenciado al proyecto original.
El desafío es ver cómo se pueden reagrupar estas experiencias para potenciar la posibilidad de volver a instalar una o varias plantas transmisoras que den cuenta de las luchas e intentos de organización del campo popular en función de construir nuevos imaginarios de resistencia y libertad.