"Sin la tierra no sos nada"





En los adentros de Santiago, una isla de vitalidad y compañerismo se aferra a la posibilidad de seguir siendo. No la rodea un mar caribe sino el verde artificial de la flora genéticamente modificada, que se empeña en devorar sus costas con un venenoso oleaje que va dejando, al retirarse, grietas de despiadada humanidad que surcan una tierra ya muerta, más dura que el asfalto.
Isla de monte que resiste entre la soja y la nada que ella deja. Ahí viven, sufren y gozan, Kiko, Pocho y Juan -miembros de familias del MoCaSE VC-, velando por esa madre tierra que vio crecer a sus ancestros; resistiendo a la invasión de la civilización salvaje, mercenaria, que mata lo que tenga que matar para satisfacer su insaciable vicio de acumulación. Acorralad@s resisten l@s hij@s de la tierra, defendiendo, intentando salvar a esta madre acosada, malherida, para que en ella puedan las nuevas vidas morir de viejas, o morir de amor.
L@s que luchan por la vida ponen el cuerpo hasta muerte. Los que matan por dinero matan a distancia, y por la espalda.


Para quien la exprime desde su oficina, la tierra es eso que el servicio doméstico tiene que barrer para que no opaque el brillo de su opulencia. La naturaleza es un bien escaso, es un buen negocio.
Para l@s campesin@s, en cambio, la tierra es la madre, la madre naturaleza.
La tierra
Kiko: Defender la tierra es como defender la madre, no vas a dejar que se la lleven o que le hagan algo, que te la maten. Sin tierra ¿qué hacemos? Nada, adónde vamos a ir. Cómo produces y cómo vives, sin andar dependiendo de patrones. Si andas de peón ¿qué haces? Trabajas para el terrateniente y capaz que ni siquiera te lo paguen. Te dicen que no llegó la plata, que no llegó a transferir, entonces yo tengo que ir al almacén a decir que me aguanten hasta que cobre, porque no tengo otro ingreso. Eso es lo que uno no quiere.
Si yo tengo mi tierra, voy a criar, hago mi trabajo y no ando dependiendo de si el otro me va a pagar o no me va a pagar.
Vos fijate la cantidad de montes que tiran y ni siquiera aprovechan. Nosotros si lo volteamos es porque lo necesitamos si no, no lo volteamos. Al contrario, tenemos que ralear el monte, porque si vos lo dejás así como está te crecen las plantas grandes y las chicas se van secando.
Fijate la cantidad de frutos que tiene el monte, que te dan vida. Las vitaminas que tiene el monte tanto para el ser humano como para los animales. Imaginate que con la sequía que hay, que ya hace dos años que hay sequía, acá igual todavía tenemos pasto, todavía tenemos animales, todavía tenemos algarrobos.
Pocho: Cuando nosotros defendemos la tierra es como que defendemos la vida, la tierra te da todo, te da frutos, te da maíz, zapallo, sandía, trigo, algodón, cabrito, lechón, vaca, todo eso. Si vos no tenés un pedazo de tierra no sos nada.

Por tierra y por aire invade el imperio del dinero al reino de la vida. Llueve veneno desde los aviones y veneno disparan las armas de los “carne de cañón” que son verdugos de sí mismos y de todo lo demás. Lejos de ahí los señores feudales hacen cuentas: maximizan beneficios, reducen costos, recortan salarios, despiden verdugos. Si alguno siente culpa por el daño que hace, se alivia adjetivándolo de colateral.
Agroquímicos
Pocho: En los últimos años, desde que vino la soja, más o menos desde el 90, hemos tenido mucha fumigación, el glifosato, el 2-4-D, todo eso ha dañado a la comunidad, a los montes, a todas las culturas. Acá los terratenientes tiran con avión que es lo que hace el daño más profundo, porque tiran allá pero también pasan fumigando por acá. Fumigan el pasto, malogran las cabras, enflaquecen las vacas, las ovejas, porque van y toman agua contaminada o comen el veneno.
Y el algodón lo mismo, porque decían que era la soja nomás, que el algodón no hacía daño pero es lo mismo, porque es transgénico.
Y la cantidad de veneno que tiran. La empresa que está acá al lado está tirando ocho litros por hectárea y tiene como siete mil, al sur lo mismo y el otro que está al norte también, no sé cuanto tiene, infinidad de hectáreas. Y además están los plaguicidas que tiran en verano.
Nosotros antes de la soja, salíamos al monte y si había llovido y había un rastro de vaca, donde se acumulaba agua tomábamos ahí, agua del monte. Hoy no la podés tomar. O por ahí también se contaminan las represas o los pozos de agua, de donde tomamos nosotros, por el desmonte mismo que hace que el agua corra hasta ahí.

Dueños de tierras y de peones, dueños de políticos y de policías, de jueces y de medios, de curas y pastores, de venenos y maquinarias. Dueños de dinero. Y dueños del odio que en el pueblo crece.
Terratenientes
Kiko: Ellos pueden presentar cualquier papel pero los dueños de la tierra somos nosotros, los que vivimos aquí hace años. Es la tierra de nuestros ancestros, de abuelos, tatarabuelos, padres, de nosotros, de nuestros hijos. Entonces, qué van a venir a decirme con un papel que son los dueños. No, somos dueños nosotros, nacidos, criados y vividos.
Primero se presentan con el papel, diciendo que son los dueños del campo, que quieren que lo desocupes. Después ya empiezan a querer hacer un arreglo: que en tantas hectáreas te puedo acomodar a vos, que te vas a arreglar. Nosotros decimos: “no, la tierra es de nosotros, dejanos vivir tranquilos”.
Y la justicia está a favor de ellos, el campesino es como que no tiene derechos. Como ellos tienen la plata compran el papel y dicen: “todo es mío”.
¿Qué piensan que hubiera pasado si cuando venían a desalojarlos ustedes no estaban organizados?
Pocho: No hubiéramos conocido nuestros derechos y estaríamos en el basural de Quimilí. Porque eso es lo que quieren los terratenientes, el gobierno, porque están de acuerdo en que nos desalojen, nos pongan en el basural y después ellos hacen sus políticas. Ellos van a ir después a cada casita a ofrecernos una cajita de pan por el voto. Esa es la ignorancia de la persona y el futuro del político. Por eso están de acuerdo con el terrateniente.
Kiko: Si ellos estuvieran adentro no nos estaríamos viendo las caras, nosotros seríamos como otras personas y ustedes serían otros. Vos no podrías estar mirando esto, acá estaría lleno de soja, no sé si algún día tendrías la oportunidad de estar conociendo estos lugares. Si nos conocemos, si estamos conociendo a muchos es porque nos organizamos, porque queremos algo. Porque si no, nosotros tendríamos que estar acá pero laburando para ellos y nuestras familias estarían por ahí, en algún pedazo sobre la ruta o en algún pueblo, en una villa miseria como le dicen. Y si yo soy pobre, me voy a sentir culpable de que mi hijo sea pobre, entonces hay que enseñarle a defender la tierra, esta forma de vida. ¿Voy a ir al pueblo? ¿Para qué? Para vivir laburando para ellos, y mi hijo va a tener que hacer lo mismo y va a ser una cadena. Los que están así vienen a ver a su familia cada quince días, llegan el sábado a la noche y el lunes tienen que arrancar de nuevo.
Además trabajás para el terrateniente mientras él quiere, cuando ya no te necesita te quedás sin laburo.
Hay un montón de gente que anda diciendo: “no hay laburo, no hay laburo”. Pero ¿por qué? Porque han creído en lo que les ha dicho el terrateniente. No vivas esperanzado en él, porque cuando quiera te va a correr y después qué va a pasar con tus hijos, con tu familia. Vas a decir “no tengo tierra, no tengo nada”, te vas a quedar de brazos cruzados esperando que por ahí te salga una changa.
Pocho: Para sembrar tenés que hacer lo que ellos hacen y nosotros no, queremos hacer lo nuestro. Y no se puede por la fumigación, por los venenos, por los herbicidas, eso es lo que te daña, los herbicidas. Sino aquí son todas tierras fértiles, vos podés sembrar las semillas nuestras, las nativas, pero por culpa de los herbicidas no se puede. Aunque fumiguen acá a mil metros, no se puede, por el viento ¿viste? que viene, por el agua ¿viste? que corre. Eso es lo que nos condena a nosotros, es una tortura que vivimos.

Dicen trabajar para quienes votan pero lo hacen para quienes compran los votos que los encumbran. Lobos feroces frente al que trabaja y resiste, dóciles corderos bajo el que especula y arremete. No importa de dónde vengan, siempre van hacia la torta. Algunos logran recibir buena porción, otros arrebatan confites o migajas.
Polític s
¿Quién es Miguel Giménez?
Kiko: Un sinvergüenza, un hijo de puta es. Ese vive con los terratenientes, vive traicionando a las familias campesinas. Hace contratos con los terratenientes, por ejemplo, para desalojar, para hacer todo el quilombo que se le pueda hacer a un campesino, él está ahí para eso. Maneja la policía como quiere, por ejemplo: yo lo he visto entrar en la correccional 29 de Quimilí, yo estaba en la casa de un sobrino y lo veo llegar, se levanta los anteojitos y todos salen a saludarle, eh, todos salen, alguno de lejos le levanta la manito, él hace así, esa sonrisita y entró. Al rato salen dos en moto, al ratito como seis en la camioneta y después cuatro más. Así, en un ratito, como un relámpago, se ha llevado a toda la policía. ¿Adónde habrán ido?
Donde hay quilombo él está ahí.
El es un caudillo de la época de Juárez, estaba con Mustafá.
Juan: Y era vecino nuestro, vivía pegado al campo donde vivimos nosotros. Ahí vivían sus padres y ahí ha nacido él, se ha criado él, ha vivido él. Iban juntos a la escuela con Kiko. Después le vendió el campo al padre, también a la hermana.
Kiko: En la escuela tenía un cuadernito que tenía tres hojas, lo tenía arrollado, lo metía en el bolsillo. Nunca estudiaba, no le daba importancia a eso. Después se metió en la parte política, empezó a entrar y a entrar y bueno, ya está hecho un sinvergüenza.
En la época de Juárez él era uno de los que miraba cabezas: quién estaba en contra de Juárez, quién hablaba mal de Juárez. Y si había que cortar cogotes, tenía su gente.
¿Hubo cambios desde que se fue Juárez?
Kiko: Sigue lo mismo. Se cambió de gobierno y Juárez al otro día ya estaba afuera y por ahí desde afuera maneja el gobierno también. No cambió nada.
Pocho: La misma gente de Juárez está trabajando con este gobierno. Son todos los mismos.
Kiko: No está Juárez pero hay muchos juarecitos.
¿Ustedes participan de las elecciones? ¿Van a votar?
Juan: No le damos bola. Capaz que vamos a pasar el rato, a comer un asado -porque en todas las políticas hay asado- pero por ahí ni votamos.
Kiko: Toda la parte política es muy apartada de mí, la política gubernamental ¿no?
Pocho: Como uno conoce todos los que van a entrar sabe que el que entra no es para hacer algo, es para acomodarse y, bueno, el choreo.















Quien conoce el poder de las ofertas razonables, de las medidas aleccionadoras, de los hostigamientos incansables, de la presión psicológica; quien sabe de coacción y coerción como de persuasión y disuasión, sabe muy bien que la religión puede ser buena aliada. Aquel que tiene experiencia en esto de obtener favores en casas de gobierno, legislaturas, ministerios, juzgados, comisarías y medios de comunicación, no duda en hacer algún llamado al cielo, quizás algún dios le da una manito.
Evangelistas
Kiko: Los que han entrado en el sistema éste de la religión tienen un sentido de que ellos no pueden luchar, de que traicionan a dios. No sé si no son ellos los que traicionan así, porque si no defienden la tierra, no defienden lo que dios creó, en todo caso. Ellos están negociando y vendiendo para que otro lo termine fumigando. He visto a muchos de éstos que están al costado de la ruta, haciendo casitas, está la iglesia y las casitas nomás, las tierras se las han quedado todas los terratenientes.
Pocho: Todos en la banquina, ahí están amontonaditos y han entregado la tierra. Yo no sé cuál es su pensamiento.
¿Hace mucho que están los pastores evangélicos por acá?
Pocho: Había desde hace muchos años pero resulta que eso va avanzando. Viene avanzando, cada día hay más y más, por todos lados.
Juan: Antes ni se conocía qué era una iglesia evangélica. Antes había iglesia católica en El Colorado, en Quimilí, pero ahora hay iglesias evangélicas por todo el campo.
Kiko: Yo no sé cómo se organizan tan bien. A nosotros a veces nos cuesta tanto organizar a los compañeros, hacerles conocer sus derechos. Y ellos no sé cómo hacen tan rápido.
En una comunidad de acá a ocho kilómetros muchos han terminado vendiendo y la mayoría son evangélicos.
Pocho: Y te invitan por todos lados a que vayas a participar, que vayas a un culto, a una campaña. Cada campaña que hacen ellos está repleto, repleto.
Y todos los que manejan a la gente son terratenientes, que siembran soja, que tiran veneno, que desmontan. Todos están ahí, en esas iglesias. Empiezan a juntar a toda la gente en el pueblo, ahí los amontonan y ahí están.
Kiko: Te hacen creer que no podés luchar, quieren que nunca conozcas tus derechos. Tenés que saber, tenés que luchar y saber.
Me llama la atención, están instalados por todos lados.
Pocho: Un compañero de aquí, que estaba luchando tanto, ahora se ha ido. Porque los grandes le ponen en la cabeza que “no, qué vas a luchar, si tu no tienes nada, no tienes tus derechos, no te corresponde”. Y muchos no se dan cuenta, y algún día se van a dar cuenta y ahí vio.
Pero también hay algunos que son creyentes, son evangélicos, y están en la organización, pero ellos luchan sus tierras. Son creyentes sí, pero luchan, la tierra es la vida y luchan por ella. Pero son muy pocos.

Si tan complejos y variados son los mecanismos que desarrollan los infatigables perseguidores del lucro, es porque su afán de conquista siempre encuentra nuevos escollos. Mucho compran, mucho venden, mucho asesinan y dominan. Crecen y crecen, a la vez que se concentran y se descentran. El estado-nación, figura estelar del escenario imperialista, hoy es la obsoleta fachada del corporativismo que bajo el eufemismo de la globalización intenta colonizar hasta la misma rebeldía. Así y todo, ante este panorama desalentador, si bien son much@s los que se entregan a la ceguera o a la resignación, también están aquell@s que se mueven y se organizan.
MoCaSE VC
Kiko: Ya en el ochenta y pico había algunos compañeros que se estaban organizando, nosotros todavía no, pero ya empezábamos a mirar que se quería armar una organización. En Saladillo fue una de las primeras comunidades que se organizó, después nosotros.
En abril del 91 ya teníamos el primer desafío al Movimiento, como para estrenar. Ahí llevaron gentes mayores, chicos, madres, a los que encontraron se los llevaron. Algunos fueron a quedar a Santiago, a otros los largaron en la comisaría de Quimilí. Dos o tres días te tenían y después te largaban.
Nosotros mantenemos las costumbres, tenemos todavía el sistema de aquellos ancestros. Aquí lo que está es de todos, siempre nos sentimos muy compañeros. Por ejemplo, nos prestamos, nos damos, estamos juntos, nos baldeamos: balde para uno, balde para todos. Yo lo ayudo a él, él me ayuda a mí, nunca tenemos ese trabajo individual de encerrarme en lo mío, no, no manejamos eso. Por ejemplo en una reunión uno dice: “necesito ayuda para terminar esto” y ahí arreglamos, nos juntamos y nos ayudamos. Por ejemplo, la vez de los desalojos nos fuimos juntando para reconstruir las casas.
A los que no son del Movimiento, uno trata de que se sumen. Pero bueno, después dirán ellos. Pero está todo bien, algunos que no están organizados por ahí igual van a alguna marcha, van mirando, algunos se van acercando.