Nota de tapa devenir número ocho



Movimientos insurgentes en Latinoamérica

Un camino, dos nombres, muchos mundos


A Marcos y a Evo queremos entenderlos como emergentes y caras visibles de movimientos sociales marginados por el poder que, de diferentes maneras, se integraron a organizaciones políticas para romper el aislamiento, para luchar por sus derechos, para hacerse visibles desde un lugar de protagonismo social horizontal dispuesto a sostener ideales y principios.
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) irrumpió con sus armas el 1 de enero de 1994 e hizo de Chiapas un territorio liberado, una zona arrasada capaz de convertirse en tierra de libertad; mientras que el Movimiento al Socialismo (MAS) llegó al gobierno 12 años y 21 días después con la intención de gobernar para la inmensa mayoría de una población sumergida que lo ungió en ese lugar de decisiones.
Al filo de este par de aniversarios ligados a acontecimientos que vuelven a hacer florecer la esperanza en el sur del mundo, desde Devenir convocamos a l@s compañer@s Sandra Estrada Maldonado y Jorge Lewinger para proponernos desmenuzar las características de esos colectivos y los perfiles de sus principales dirigentes con la intención de percibir juntos las semejanzas y diferencias de ambos proyectos. Formas, modos y gestos van construyendo un abanico diverso donde peleas y sueños adquieren rasgos peculiares, mutan en pos de objetivos que invitan a la ilusión y exigen compromiso y consecuencia. Son maneras de comprender que detrás de estos dos nombres hay una conjunción de voluntades desatadas que hacen un camino y proponen muchos mundos posibles que se arrancan las injusticias cotidianas y coyunturales y que esperan por nuestras manos.

CUANDO HABLA MARCOS HABLA UN MOVIMIENTO, UN COLECTIVO
por Sandra Estrada Maldonado

Empiezo esta nota y me doy cuenta que es un despropósito (lo cual me hace sentir más cómoda por lo habitual de esta condición en el zapatismo); un despropósito hacer un perfil describiendo a alguien que en tanto SUBCOMANDANTE INSURGENTE MARCOS (SCI) usa un nombre de combate, lleva el rostro cubierto por un pasamontañas y es vocero (mestizo) del movimiento anticapitalista e indígena más importante en la época contemporánea de México. Un movimiento con reivindicaciones de pueblos indios, protagonistas de innumerables salas de museos y zonas arqueológicas en ese país pero que son, eran negados, invisibilizados cuando osaban presentarse vivos.
Entonces, convengamos que además de la paradoja anterior, tenemos un mestizo, con un buen grado de cultura académica, política y literaria (a juzgar por lo que escribe) que a todas luces aparece como el mero jefe de una guerrilla de indios (que ya dijimos que ni nos acordábamos que existían) pero que esta guerrilla a su vez insiste en que no es guerrilla, porque ha renegado tanto en la teoría como en la práctica de los métodos que habitualmente usan estos grupos. ¿Seguimos? Un ejército que es antiejército, que lucha no por la toma del poder sino por su propia extinción, que en lugar de imponerse como vanguardia revolucionaria se empeña en caminar preguntando, que aun hoy sigue insistiendo en convocar a la sociedad civil...esa señora que apáticamente permanecía como espectadora ante el acontecer cotidiano, que dejó de aspirar a hacer la Revolución para concentrarse en revoluciones y rebeldías...etc, etc.
A pesar de empeñarse en ser sólo vocero, sus textos ya de análisis políticos o económicos, de cuentos infantiles, o para adultos, de poesía, de comunicados, cartas, etc. Sus textos son ya tan conocidos en estilo como la figura del pasamontañas y la pipa humeante...
Es tal vez por esto que se han acercado a entrevistarlo desde periodistas independientes hasta escritores consagrados pasando por cualquier cantidad de intelectuales (conversos y ortodoxos). En una de estas entrevistas le decía el sup a Ignacio Ramonet que “la figura de Marcos se ha construido alrededor del movimiento. Cuando habla Marcos, habla un movimiento, un colectivo” entonces para decir de dónde viene, hay que hablar aunque sea un poquito del origen del EZLN (porque antes de eso Marcos no era Marcos).
En un comunicado de 1995 que respondía a una de las peores ofensivas militares que emprendió el gobierno mexicano y que tenía como principal blanco desenmascarar a este líder subversivo, declaraba el sup:
“Que nació en el campamento guerrillero llamado “Agua Fría”, Selva Lacandona, Chiapas, una madrugada del mes de agosto de 1984. Dice el de la voz que volvió a nacer el 1º de enero de 1994, y que renació, sucesivamente [...]cada día y cada hora y cada minuto y cada segundo desde ese día hasta el momento en que declara lo presente.”

Tenemos entonces que Marcos nace con el EZLN, que ¿¿¿De dónde viene??? Se origina de un movimiento anterior llamado Fuerzas de Liberación Nacional que tiene a varios desaparecidos durante las décadas de los 70 y del que hereda su mística militante. Sin embargo, se vuelve zapatista en su contacto con los pueblos indios. Conviene decir entonces que este movimiento incorpora no sólo una letra que implica la lucha armada sino además la Z que envuelve esa historia de Zapata y del largo camino de resistencia que aún antes de la revolución de 1910 vivían los pueblos indios.
En otra entrevista, ésta vez a Juan Gelman, le decía Marcos: “Nos damos cuenta ahora que fueron esos elementos, los no esquemáticos los no tradicionales respecto de esa cultura de izquierda en la que nos formamos nosotros, en especial de la izquierda clandestina la de los subterráneos, los que nos abrieron ventanas. Que lo que nos salvó como proyecto social, como proyecto político y, sobre todo, como seres humanos, fueron esas ventanas abiertas, esas supuestas "manchas" para un revolucionario cuadrado, lo que nos llevaba a nosotros a decir bromeando que para ser cuadros revolucionarios éramos bastante redondos”.
Vemos entonces que el cómo llegaron a donde hoy están (los zapatistas, pues por la voz de Marcos, habla el EZLN) tiene mucho que ver con una postura flexible y abierta a verse reflejada en otros espejos de organizaciones y personas consecuentes, pero que no por flexible deja de ser rígida en cuanto a la esencia de luchar por democracia libertad y justicia.
Sin embargo, en la trayectoria recorrida desde 1994, vemos también que el EZLN no ha hecho de esta flexibilidad complacencia ni obsecuencia aún a la sociedad civil (tantas veces interpelada), pues si bien mantiene el eje de la palabra como fundamental, ha pasado también largos períodos en silencio cuando desde diversos sectores sociales y políticos se le demandaba pronunciarse (su vocero incluido, obviamente).
Actualmente, a partir de la 6ª Declaración de la Selva Lacandona y mediante La Otra Campaña, el zapatismo se mueve, camina, una vez más preguntando, construyendo redes abajo y a la izquierda, sin dejarse guiar por calendarios electorales. Se hicieron este año el II Encuentro de los Pueblos Zapatistas con los pueblos del mundo (julio), así como el Encuentro de Pueblos Indígenas de América (octubre); ambos aún con y a pesar de la gran ofensiva paramilitar y de desplazamiento que viven las comunidades en resistencia desde los últimos meses y que vale recordar, no había sido tan dura desde fines de los noventa.
El SCI Marcos, delegado zero recorrió la mayor parte del territorio mexicano en el 2006, gira que iba a completarse con una segunda visita por parte de los comandantes zapatistas pero que debido a la situación de hostilidades militares que viven, no pudo ser efectuada.

Este camino, de resistencia, de construcción de autonomía en medio de la guerra, como ellos dicen: a veces abierta, a veces encubierta, pero guerra siempre, es el que seguirá andando este carismático protagonista que se ha salido de todos los moldes de revolucionario desde su negativa a la toma del poder hasta su abundante producción literaria pasando por la irreverencia que lo caracteriza.
No puedo dejar de mencionar, que hoy, 17 de noviembre, día en el que escribo estas líneas es el 24 aniversario de la fundación del EZLN que con opiniones a favor y en contra ha revolucionado no sólo las formas de hacer política sino también las de dirigirse a la sociedad a través de su vocero, el que detrás del pasamontañas se busca reflejado en cada uno/a. Después de todo, ante el empeño del gobierno mexicano por desenmascararlo, vino ese Detrás de Nosotros estamos Ustedes planteado por el EZLN a la sociedad mexicana e internacional que supo responder atinadamente con un Todos Somos Marcos.
Para cerrar, mejores que mis palabras son indudablemente las del protagonista de esta nota, en aquella carta cuando decía: “El de la voz confiesa que, desde que nació, ha conspirado contra las sombras que cubren el cielo de los mexicanos [...] que, antes de nacer, pudiendo poseerlo todo para nada tener, decidió no poseer nada para así tenerlo todo [...]que, puesto a escoger entre la comodidad y el deber, el de la voz siempre escogió el deber [...] que ha sido irreverente con todas las verdades que llaman supremas, excepto con aquellas que emanan del ser humano y que son, a decir del declarante, la dignidad, la democracia, la libertad y la justicia [...] que desde que nació, decidió que prefiere morir antes de entregar su dignidad a quienes han hecho de la mentira y el crimen una religión moderna [...] que, desde entonces, ha decidido ser humilde con los humildes y soberbio con los poderosos [...]
El de la voz confiesa que dedicará hasta el penúltimo segundo de su vida, a luchar por lo que cree [...] El de la voz confiesa que, en un acto pequeño y egoísta, dedicará el último segundo de su vida a morirse”.
Muerte que esperamos próxima pues indicará el triunfo del movimiento que habla por su voz.


EVO MORALES: EL PRIMER PRESIDENTE COCALERO,
AYMARA Y SOCIALISTA DE BOLIVIA
por Jorge Lewinger


Evo Morales es uno de los siete hijos de Dionisio Morales y María Mamani nacido en la pequeña localidad de Isallavi, en Oruro. Como ocurre con los campesinos pobres "más de la mitad se muere y nosotros, qué suerte, nos salvamos tres de los siete", contó en una entrevista de abril del 2001 cuando ya era diputado. Sus otros cuatro hermanos murieron antes de tener dos años de edad.
Masticaba cáscaras de naranja y de plátano que arrojaban los pasajeros de las "flotas" (colectivos), recordaría luego. Su familia plantaba papas y criaba llamas en uno de los ayllus indígenas de Orinoca y Evo pastoreaba los animales. Nació el 26 de octubre de 1959 y no terminó la secundaria. Mientras estudiaba trabajaba de ladrillero y panadero.
A los 13 años formó un equipo de fútbol, que denominó "Fraternidad", del que era su capitán. Tres años después, su pasión por la redonda permitió que los tres ayllus lo nombraran director técnico de la selección de todo el cantón.También tocaba la trompeta en una banda musical.
En 1979 se marchó con su familia al Chapare para tratar de gambetear a la miseria, allí se hizo cultivador de hojas de coca y rápidamente se acercó a los sindicatos que defendían esa milenaria fuente de trabajo y de cultura indígena. Primero fue secretario de deportes del sindicato, en el 81, y su carisma lo llevó a presidir las seis Federaciones de Trabajadores Campesinos del Chapare siete años después. Allí creció y se formó el hoy presidente de Bolivia.
Evo Morales, tiene varias características inéditas en un mandatario de este país. En primer lugar es un indígena aymara; en segundo término es un dirigente cocalero del trópico del Chapare; por último, ganó las elecciones con un 54 por ciento de los votos con su Movimiento al Socialismo (MAS), algo que no ocurría desde la recuperación de la democracia en 1982.
Con ese porcentaje mayoritario rompió la "rosca" de los partidos tradicionales que se repartían el poder en segundas vueltas manejadas por diputados y senadores, electores del presidente, y sustitutos constitucionales del voto popular.
Estas características lo hacen expresión de la nueva realidad social y política que asoma en Bolivia. Su condición de indígena está asociada a una población originaria superior al 65 por ciento de sus habitantes, según el último censo del 2000. Pero este no es sólo un dato cuantitativo. Estimaciones oficiales anteriores no mostraban ni remotamente esa abrumadora mayoría indígena.
¿Cómo explicar esas insólitas diferencias estadísticas? Según el propio Morales y dirigentes del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS), la razón es que de una tendencia al ocultamiento de la condición indígena se fue pasando a otra de orgullo de los propios orígenes.
Pero este último dato cualitativo está asociado a otra cuestión económica y social: la crisis del modelo neoliberal, que provocó sucesivos estallidos de rebeldía popular, especialmente campesina. Estallidos por primera vez liderados por un dirigente indígena, que no casualmente inició su acción reivindicativa con la recordación-rechazo de los 500 años de dominación colonial española, según lo recordó en varias oportunidades el Evo, como llama la gente humilde a su presidente.
Pero además, Morales organizó y protagonizó los enfrentamientos de los cocaleros contra la erradicación forzosa de ese cultivo, impulsada por Estados Unidos y los gobiernos bolivianos subordinados a los dictados de Washington, que hacía caer sobre los más débiles, los campesinos, la lucha contra el narcotráfico. Las seis federaciones de campesinos del Chapare, en el departamento (provincia) de Cochabamba se constituyeron así, y lo siguen siendo hoy, el baluarte social del presidente.
Un baluarte social muy vinculado también a la crisis de la minería provocada por su privatización en los gobiernos del neoliberal ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, cuando quedaron en la calle 27.000 trabajadores, muchos de los cuales fueron a engrosar las filas campesinas del Chapare.
Es más que simbólico que Evo Morales, luego de asumir la presidencia de Bolivia, se hubiera vuelto a presentar y fuera reelecto como titular de esas federaciones de cocaleros. Símbolo de su condición de campesino y de su concepción de que el poder nace de las organizaciones sociales, especialmente de las fogueadas en la lucha, más de una vez armada, contra le represión militar y policial.
La condición de indígena y cocalero que ostenta Morales explica, además, el que hubiera logrado sumar el 54 por ciento de los votos. Desde 1982, los partidos tradicionales nunca lograban cosechar en primera vuelta más del 25 por ciento de los sufragios, lo que los obligaba a negociar alianzas en el Congreso, que es el que define constitucionalmente al presidente entre los dos candidatos más votados, mientras la actual y bloqueada Asamblea Constituyente no modifique esta trampa armada por la oligarquía local para evitar amenazas a su poder.
Pero ese porcentaje de votos que logró Morales en diciembre de 2005 jamás fue detectado por las encuestas previas, lo que generó el espejismo en la partidocracia tradicional de que podrían manejar a ese indio que encabezaba las preferencias electorales. No fue un error de los encuestadores, sí un silencioso ocultamiento de los pueblos originarios, especialmente fuera de las grandes concentraciones urbanas.
Ese resultado electoral también marcó un vuelco mayoritario hacia quien supo amalgamar la creciente insurgencia popular con la construcción de una fuerza electoral en todo Bolivia. Morales encabezó la lucha contra la erradicación a punta de fusiles de la coca y participó de las sublevaciones campesinas contra el aumento del agua de riego (2000); contra la reducción de los sueldos públicos para reducir el déficit estatal, como exigía el FMI (febrero de 2003) y, finalmente, contra la entrega de las enormes reservas de gas descubiertas en Bolivia a Chile y Estados Unidos (octubre de 2003).
No casualmente todos los partidos políticos con representación parlamentaria, sin excepción, expulsaron al diputado Morales del Congreso en el 2002 con la excusa de que promovía la violencia de los cocaleros, pero con la intención real de meterlo preso e inhabilitarlo como candidato presidencial.
De este modo, y como un búmeran, el Movimiento al Socialismo (MAS), que Morales había creado en 1995 como "instrumento político" de los cocaleros, saltó de partido regional cochabambino a fuerza nacional.
La diatriba contra Morales del embajador estadounidense Manuel Rocha, ex secretario político de Washington en Buenos Aires, le dio el otro envión que lo dejó ese año como el segundo candidato presidencial más votado. "No voten a ese narcotraficante", reclamó Rocha a los bolivianos, que entendieron perfectamente su mensaje, pero al revés de los deseos imperiales.
Tres años después, meteóricamente, Morales llegaría al gobierno boliviano, luego de la caída de Sánchez de Lozada el 17 de octubre de 2003, arrastrado por la marea popular, y tras una transición de su vicepresidente, Carlos Mesa, que intentó diluir la "agenda de octubre" impuesta por aquella pueblada, sangrientamente reprimida por el fugado ex presidente.
Una agenda centrada en la nacionalización de los hidrocarburos; la no venta del gas a Estados Unidos vía Chile y la convocatoria a una Asamblea Constituyente para refundar una Bolivia multiétnica, independiente y soberana.
Desde el gobierno, Morales incorporó a su programa una revolución agraria, especialmente en los latifundios improductivos del oriente del país, sin la cual no habría mercado interno, inclusión social del campesinado, ni desarrollo autosustentable.
Morales no sólo supo combinar la insurgencia popular con su propuesta electoral, ya en el gobierno, integró actos de redistribución de ingresos con drásticas medidas que afectan los intereses de la oligarquía boliviana, hoy sólo desplazada del poder político, donde aún retiene la mayoría en el Senado.
Así, la nacionalización de los hidrocarburos fue acompañada por un bono (Juancito Pinto), financiado con la nueva renta petrolera, para todos los niños que estudian en escuelas primarias; la pelea a brazo partido por la Asamblea Constituyente, con la redistribución de los ingresos que deja el Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) en beneficio de los mayores de 60 años, el 80 por ciento de los cuales no cobra ninguna jubilación, y la reforma agraria con un aumento de los sueldos mínimos.
Evo Morales dice haber sido inicialmente un gran lector del escritor indigenista Fausto Reinaga, cuyo texto más conocido es La Revolución India. Pero también recordó en el 2001 que luego fue admirador de Marcelo Quiroga Santa Cruz, escritor y político que nacionalizó los hidrocarburos en 1970, fundó el Partido Socialista Uno y fue asesinado en 1980 por el dictador y narcotraficante Luis García Meza.
El presidente aymara que propuso en septiembre pasado mudar la sede de las Naciones Unidas por el trato discriminatorio sufrido por su condición de indígena en Nueva York, elogia a Rigoberta Menchú, pero también a Fidel Castro, por su resistencia ante el imperialismo estadounidense.
Recientemente, en el 40 aniversario del asesinato del Che Guevara en La Higuera, Morales encabezó el homenaje que se realizó junto a la fosa común donde se intentó ocultar y fue finalmente recuperado el cuerpo del guerrillero argentino-cubano.
No fue un gesto menor. Morales tiene en las Fuerzas Armadas uno de sus pilares de sustentación. Por el desgaste que sufrieron los militares luego de décadas de golpes estado; por su concepción institucionalista y de garantes de la unidad del territorio nacional frente a los intentos secesionistas de la oligarquía desplazada del poder político central.
Pero también por una política deliberada de incorporar a los militares a las políticas sociales y económicas nacionalistas de su gobierno. Los militares distribuyen el bono Juancito Pinto, por ejemplo, y ocuparon los campos petroleros de la brasileña Petrobras cuando Morales dispuso la nacionalización de los hidrocarburos bolivianos el 1 de mayo de 2006. Por último, pero no lo menos importante, por la decisión de Morales de abrir las filas castrenses, especialmente de la oficialidad, a la participación indígena.
No obstante, Morales decidió cerrar el homenaje al Che, asesinado por el Ejército boliviano bajo órdenes de la CIA estadounidense, y si bien los hombres que lo presiden hoy son otros, la institución es la misma.
Asediado por la oligarquía boliviana apoyada por la embajada de Estados Unidos, en plena efervescencia de conflictos por la tierra, la redistribución de ingresos, la Constituyente y no pocos enfrentamientos regionales y aún dentro de los mismos sectores explotados, Evo decidió estar presente en Vallegrande el 8 de octubre pasado, donde dijo que no podía ocultar que siempre se consideró guevarista, no por la metodología guerrillera del Che, sino por su radical enfrentamiento anti imperialista.
Indigenista y socialista; insurgente y partidario de una democracia participativa; con un nacionalismo radicalmente antiimperialista; pacifista pero defensor de la lucha social para romper los límites de una legalidad armada a la medida de la oligarquía; con una fuerza política joven y heterogénea, pero asentada en una poderosa ebullición social. Defensor del medio ambiente, según lo establece la cultura andina, pero también por la amenaza que la globalización capitalista representa para el planeta.
Lleno de errores e inexperiencias en el manejo del estado, pero absolutamente consciente de que gobierno y poder son dos cosas completamente diferentes: "de la resistencia a la toma del poder", fue el eslogan con que sintetizó los objetivos de su larga marcha aquel 22 de enero de 2006, su primer día como presidente de Bolivia.
Próximo a los gobiernos de Brasil -con el que negoció a brazo partido los nuevos precios de su gas- ; Argentina, principal destino de sus emigrados y Chile, país con el que negocia sin estridencias la recuperación de su salida al Pacífico.
El mandatario mantiene a Bolivia como parte de la Comunidad Andina, ahora asociado al Mercosur, pero aliado estratégico de Venezuela, Cuba y Ecuador.
Evo Morales es una expresión de los pueblos originarios, no sólo de su país, que recuperan orgullo y autoestima tras cinco siglos de sometimiento, como lo expresó en su compromiso ante el mundo indígena al asumir el cargo en la ciudad sagrada de Tiwanaku.
Pero también es fundador de una nueva dignidad por su consecuencia ante los poderosos. Dignidad que aparece hoy no como un adorno ético o moral sino como un camino. El camino del aprendizaje de una lección histórica: saberse un país rico en recursos y en cultura, pero al mismo tiempo con el pueblo más pobre de Sudamérica. Una paradoja que sólo se explica por ser, tal vez, la nación más devorada del continente por los imperialismos dominantes en los últimos 515 años.

ORIGENES COMUNES
por rafael archondo
cientista político boliviano
*


Ni los zapatistas mexicanos fundadores del EZLN ni los cocaleros bolivianos que dieron origen al MAS son pobladores originarios de sus zonas iniciales de influencia. Ambos llegaron hasta allí de tierras que les resultaron hostiles; ambos colonizaron aquellos parajes poco poblados. Los hombres y mujeres de Chiapas huían de las haciendas ganaderas que los dejaron sin sustento económico, escaparon hacia las cañadas persiguiendo nuevos suelos que les dieran de comer. Los hombres y mujeres del Chapare arribaron a la zona norte del departamento de Cochabamba tras el derrumbe de la minería del estaño, entraron a abrir sendas, a roturar la tierra, a integrarse a un nuevo circuito económico que comenzaba a cobrar su auge.
Para el caso del sur mexicano, la organización de los colonos corrió de la mano de los diáconos de la Iglesia primero, y de la de militantes maoístas después, convocados por los propios curas para generar una nueva cultura de solidaridad y hacer frente a los terratenientes. La Biblia hablaba del éxodo, de la diáspora, de una nueva identidad alimentada por la sensación del exilio. En Chiapas surgía una nueva pastoral de los desplazados, entrelazada con un activismo organizativo que llegó a congregar a medio millón de personas.
Así, casi de manera simultánea, Chiapas y el Chapare empezaron a poblarse de organizaciones de base. Las de México aceptaron en 1982 que las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN) alzaran sus fusiles para defender a las comunidades de la expansión de las haciendas y de sus guardias “blancas” paramilitares.

* publicado en 2002 en el semanario Pulso.

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